domingo, 11 de abril de 2010

El trabajo del diseñador

El libro tal y como se conoce además de requerir un editor, también necesita de un diseñador. El cual determinará las características del mismo. Como son las medidas de la página, el tamaño de la letra, la medida de los márgenes, el tipo de papel, entre otras. El diseñador debe poseer un gusto artístico y un vasto conocimiento del diseño editorial. Si éste no cuenta con tales capacidades (técnicas de composición e impresión, encuadernación) y, deberá ayudarse de otras personas para realizar el trabajo.
Éste, es dar a conocer un libro atractivo, junto con las ideas del autor y del ilustrador. El primero debe conocer cuál es el propósito del material a vender. Y así contemplar los costos tanto para el editor como para el lector.
Lo que en primer momento debe conocer el diseñador es:
1. El tamaño del material (palabras que tendrá el texto). Presentación atractiva, legible y económica.
2. Las partes del libro a las que se les presta mayor interés son la portada, el forro exterior y la página que abra cada capítulo. El diseño del segundo puede ser el factor determinante para el éxito o el fracaso.
3. Tomar en cuenta el equipo de impresión y los materiales a utilizar (depende de la economía de cada país y por ende de las imprentas)
4. Tipo de composición linotipo, monotipo, fotocomposición entre otras.
5. La elección del papel (depende en parte del tipo de impresión que se utilizará)
6. El tipo de encuadernación a usar. Se toman en cuenta aspectos comerciales, costos de producción, precio al público etc.
Lo principal con lo que debe contar un diseñador es aprender todo lo posible acerca de los procesos de impresión, sobre todo acerca de los avances de las imprentas, además de estudiar ejemplos de arte gráfico procedentes de todas las fuentes.

De la corrección a la comprensión

Una de las misiones de la empresa editorial es vender, y también dar a conocer las diferentes formas en que puede expresarse el ser humano. Los textos publicados hablan del autor y de su forma peculiar de entender el mundo a través del lenguaje. De hecho las palabras adquieren diferentes significados con el paso del tiempo, éstas tienen construcciones diversas por parte de quienes las utilizan. Ejemplo de ello son las frases hechas como “vaso de agua”, “levantar un acta” etc. Que son parte de nuestra vida cotidiana que no deben ser entendidas en el sentido estricto sino debe dárseles contexto y ser flexibles con ellas.
Algunos vocablos simplemente sufren transformaciones que no deben ser criticadas, sino más bien responder a la descripción de cada uno de ellos. Dentro de las apropiaciones también está la que se refiere a la adopción de anglicismos, que de igual forma no deben ser satanizados, en tanto, que sólo cumplan la función necesaria y no acogerlos si se desconoce su correspondencia en el español.
Sin embargo, la mayoría de las veces está adaptación se da por imitación, por la inferioridad que sentimos los mexicanos ante otros idiomas (extranjero), que nos remiten al estatus económico que representan ante el mundo. Mientras nuestro lenguaje responda a esas carencias será difícil. Aunque es igualmente válido retomarlas, pues reflejan la posición socioeconómica que se ocupa o la que desea ocupar.
“Nadie debe decirnos cómo debería ser la lengua, sino cómo es” en el caso de las empresas editoriales, éstas deben responder a una cultura amplia para poder discernir en estas cuestiones. El corrector de estilo debe adentrarse en la lectura ya no como mero placer estético, sino también analizarla como fuente inagotable de conocimiento que dará amplio criterio a la hora de corregir un texto.