
Todos tenemos responsabilidades en la vida, una de ellas es la de ser felices. Cada quien sabe cómo alcanzar esa felicidad y qué representa hacerlo. En la calle podemos mirar a la gente sonreír y eso nos hará felices, incluso otros la descubren cuando se ven en los ojos de su amada y comprenden que el amor lo es todo en la vida.
Sin embargo, hay quienes cuentan maravillosas historias con el afán de hacer volar la imaginación; con el único pretexto de encontrar en ti un rincón que haga de sus ideas una reflexión y con ello acariciar la felicidad.
¡No tan rápido¡ para que tu mente alcance conexiones entre sus neuronas es necesario que el libro este correctamente escrito, que posea nitidez, orden y eficacia en las ideas.
Y todo ello se lleva a cabo a través de un proceso editorial. En el que intervienen el editor, el corrector y el tipógrafo principalmente. El editor tiene dos responsabilidades. Una es la búsqueda y publicación de manuscritos; y la segunda la corrección de éstos y su preparación para la imprenta.
El corrector es aquel que negocia con el autor, el traductor, el diseñador, el dibujante y el tipógrafo. El primero de todos tiene el privilegio de estar más cerca del texto y observarlo a mayor distancia. Por lo general es difícil que el autor reconozca que en su obra existen errores de gramática, o de abreviaturas; para ello existe el corrector.
Este debe cuidar siete aspectos fundamentales; la legibilidad, la unificación, la gramática, la claridad y estilo, la veracidad de la información, la propiedad y legalidad, y por último los detalles de producción.
Así el trabajo del corrector abarca desde los errores ortográficos, la trasliteración, la puntuación etc. Y es deber de éste entregar al tipógrafo un manuscrito aceptable y congruente.
En lo que respecta a la cuestión de la gramática intenta ser cuidada sin alterar el estilo o las ideas fundamentales del autor. Si es que existe algún error es necesario brindar explicación del porqué el texto quedaría mejor de otra manera y no de la que se propone originalmente.
Para poder señalar las equivocaciones del texto es necesario ganar la confianza del autor además de poseer una amplia gama de conocimientos en general, de los propios derechos de autor, incluyendo una sólida preparación; como la apropiación de idiomas, el uso de libros de consulta y más. Sin olvidar que los lápices de color, las tijeras, la cinta adhesiva y el foliador son herramientas fundamentales en el trabajo del corrector.
Entonces sí, empecemos a imaginar cada una de las palabras escritas en nuestro nuevo libro. Sabiendo que requirió de tiempo y esfuerzo colectivo para llegar a nuestras manos.
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